Estamos muy decepcionados. Estados Unidos, el país que financió el desarrollo inicial de Internet, está contemplando políticas que fracturarían la red global. Esto forma parte de una tendencia inquietante en la que los gobiernos interfieren Internet directamente con la intención de ganar rédito político a corto plazo, sin pensar en los daños a largo plazo derivados de ello.
Internet es una red global de redes, en la que las redes se interconectan de manera voluntaria sin una autoridad central. Esta arquitectura ha sido la clave del éxito de Internet. El anuncio del Programa Red Limpia de Estados Unidos realizado hoy supone un desafío a la esencia de esta arquitectura.
Solo los programas «Operador Limpio» y «Cable Limpio» obligarían a que grandes volúmenes de tráfico de Internet se dirigiesen a otros países, lo que ampliaría las distancias que deben recorrer los datos y aumentaría la posibilidad de vigilancia y manipulación del tráfico de Internet. Esto, a su vez, aumentaría el riesgo de apagones de Internet y, en general, el coste para todos los usuarios de Internet.
Que un gobierno dicte cómo deben interconectarse las redes siguiendo consideraciones políticas en lugar de técnicas contradice la idea básica de Internet. Estas injerencias tendrán un impacto significativo en la agilidad, resiliencia y flexibilidad de Internet.
Si este enfoque se generalizase, la capacidad de Internet para aportar las numerosas ventajas de la colaboración, alcance global y crecimiento económico se vería seriamente amenazada.
Este tipo de políticas solo aumentarían la coyuntura global hacia un «Internet fracturado», en lugar de la red global que hemos creado a lo largo de las últimas cuatro décadas y que ahora necesitamos más que nunca.