Un pueblo de
Kirguistán utiliza
Internet para
luchar por sus derechos
Hace una década, vivir en aldeas como Zardaly, en la pequeña nación sin salida al mar de Kirguistán, era como estar realmente aislado del resto del mundo. Con más de 88 cadenas montañosas importantes, el país es conocido como «la Suiza de Asia Central». El terreno montañoso se extiende por el 94 % de su territorio, ofreciendo unas espectaculares vistas desde casi cualquier punto. Pero semejante topografía dificulta la construcción y el mantenimiento de infraestructuras y servicios como carreteras, electricidad e Internet.
Zardaly y otros pueblos llevaban décadas buscando mejoras. Pero el Gobierno dijo que eran demasiado difíciles de alcanzar, y el sector privado vio poco potencial de beneficio. La frustración entre los residentes crecía a medida que sus peticiones eran desoídas y caían en saco roto.
En 2014, Talant Sultanov, que en aquel momento trabajaba como director de un grupo de reflexión gubernamental, asistió al primer Simposio de Internet de Asia Central de Internet Society en Bishkek, la capital de Kirguistán. Los temas que allí se trataron le inspiraron para centrarse en el desarrollo digital de su nación, y las cosas empezaron a cambiar.
Las personas son el recurso natural de Kirguistán
“En Kirguistán no tenemos petróleo ni gas natural como nuestros vecinos”, explica Talant. “Nuestro recurso natural son las personas, así que pensamos que el capital humano era lo que debíamos desarrollar”.
Un año después de asistir al acto, cofundó con Aziz Soltobaev la filial de Kirguistán de Internet Society y empezó a ejercer de presidente. Entre las prioridades de la filial figuraba conectar las remotas aldeas de montaña, lo que planteaba numerosos retos. Estas comunidades eran de difícil acceso y algunas carecían de electricidad. ¿Como se lograría?
“Las carreteras son tan estrechas que los caballos o burros sin adiestrar no pueden circular. Algunos se caen”, comenta Talant.
Internet in a Box llega a Kirguistán
En el Foro de Gobernanza de Internet 2016 en Guadalajara, Talant encontró una primera solución desarrollada por los jóvenes de la filial de México de Internet Society: Internet in a Box, un dispositivo desarrollado para llevar conectividad a zonas aisladas de México.
Con el apoyo de varias partes, entre ellas Internet Society, utilizando fondos donados por particulares de todo el mundo que se preocupan por conectar a los desconectados, él y su equipo adaptaron esta innovación para utilizarla en decenas de escuelas rurales de Kirguistán.
Cargaron cada dispositivo con recursos de aprendizaje digitales, incluidas lecciones de vídeo y audio, libros electrónicos y páginas de Wikipedia en kirguís, ruso e inglés. Al hacerlo, se dieron cuenta de la falta de contenidos locales en kirguís. En muchas comunidades rurales, solo se habla kirguís. Sin contenidos en su lengua local, los alumnos se ven privados de oportunidades de aprendizaje a las que podrían acceder otros niños de ciudades más grandes. Desarrollar este contenido se ha convertido en otro objetivo del equipo.
Soluciones de base en las comunidades
A continuación, empezaron a apoyar a aldeas aisladas en sus viajes de conectividad, construyendo torres alimentadas por energía solar que podían conectarse a Internet. En cinco años, Suusamyr, Zardaly y Kyrchyn pudieron conectarse a Internet. Suusamyr, conectada en 2018, alberga la primera red comunitaria de Asia Central. Con este sistema autosuficiente, el pueblo posee y gestiona la red, paga una cuota de servicio reducida y recibe una parte para mantener y mejorar la infraestructura.
Cuando llegó la pandemia de COVID-19, las necesidades de conectividad de estos pueblos se hicieron más urgentes. En 2021, para demostrar lo que la determinación podía hacer y motivar al Gobierno y al sector privado a conectar las zonas rurales, Talant y su equipo pusieron el punto de mira en Zardaly.
Considerada la aldea más difícil de conectar de Kirguistán, no tenía electricidad ni acceso para vehículos. Todavía hoy, solo se puede llegar a pie por un peligroso sendero que bordea el acantilado, un viaje que dura cinco horas.
“Sabíamos que si teníamos éxito en Zardaly, el Gobierno y las empresas privadas no tendrían excusa para no conectar las demás”.
Este proyecto ha demostrado que donde hay voluntad, se pueden hacer cosas. Después de que el equipo izara un panel solar en la montaña y lo conectara a la batería de un coche, ¡Zardaly estaba conectada! Los aldeanos aprendieron rápidamente a aprovechar las posibilidades que ofrece Internet. Los niños accedían a material educativo y las familias hacían videollamadas a parientes que trabajaban en el extranjero. Las personas con ganado para vender incluso publicaron vídeos de los animales en Internet, ahorrándose el habitual viaje de tres días a un mercado de ganado. Pero lo primero que hicieron fue defender sus derechos.
El pueblo habla
La población de Zardaly descubrió que Internet les daba voz. Podían utilizar Internet para pedir al Gobierno que construyera la carretera que tanto necesitaban. Los habitantes de Zardaly grabaron un vídeo tras otro dirigidos al presidente de Kirguistán, que ahora no pudo evitar responder a sus demandas. En abril de 2024, les envió una respuesta pública en sus cuentas personales de las redes sociales, prometiendo construir la carretera.
Antes de que Internet llegara a Zardaly, el pueblo estaba olvidado e ignorado, y nunca recibía atención a menos que un desastre natural fuera noticia.
Ahora, Zardaly puede hablar con todo el mundo cuando quiera.
Derechos de autor de las imágenes:
©Filial de Internet Society de Kirguistán