Hay un propósito de Año Nuevo en el que podemos confiar para mejorar la salud y los medios de subsistencia de millones de personas en toda Norteamérica este año y no tiene que ver con invertir en tendencias en salud o dispositivos.
El Informe Comunitario de la Cumbre de Conectividad Indígena (CCI) 2018 publicado recientemente pone de manifiesto una marcada correlación entre la conectividad indígena y el bienestar y la sostenibilidad de las comunidades indígenas rurales y más alejadas, especialmente cuando las soluciones son locales.
El informe resume las conclusiones de la Cumbre de Conectividad Indígena 2018 que convocó a cerca de 140 líderes indígenas, responsables de formulación de políticas, operadores de red y miembros de la comunidad en la localidad ártica de Inuvik (Territorios del Noroeste, Canadá) el pasado mes de octubre.
Como ocurre con la mayoría de los propósitos de Año Nuevo, las soluciones de conectividad no son ni rápidas ni baratas. Así ocurre especialmente en las regiones rurales y más alejadas del norte de EE. UU. y Canadá, cuya geografía impide que los proveedores de servicios de Internet logren economías de escala.
Este es uno de los principales motivos por los que hoy, en 2019, millones de personas en toda Norteamérica (sí, millones) todavía no tienen acceso a una conexión a Internet de banda ancha fiable.
El pasado mes de octubre, la Federación de Municipios Canadienses (Federation of Canadian Municipalities) instó al Gobierno federal a que invierta 4000 millones de dólares durante diez años para que todos los canadienses dispongan de acceso al objetivo de servicio universal de 50 Mbps/10 Mbps de la Comisión Canadiense de Radiotelevisión y Comunicaciones (Canadian Radio-television and Communications Commission).
Como ciudadanos digitales, nos toca terminar de preparar la infraestructura de comunicaciones, que ha dejado de ser un medio deseable para convertirse en un elemento fundamental para lograr la autodeterminación y competitividad de todas las personas, comunidades y países.
Si bien se han desarrollado varias iniciativas para ayudar a promover la banda ancha universal en Canadá y EE. UU., depende de todos nosotros instar a todos los gobiernos, responsables de la formulación de políticas y empresas a que efectúen inversiones más cuantiosas y audaces para cubrir el coste real de asegurar que las comunidades indígenas tengan voz en nuestro futuro digital.
Crear una nación cuesta mucho dinero, pero asegurar que cada hogar de Norteamérica pueda acceder a las oportunidades que Internet ofrece hace que merezca la pena la inversión. Cuanto más invirtamos en equipar a las comunidades subatendidas con las herramientas para contribuir a nuestros espacios digitales, mayores serán los beneficios para todos.
Para cerrar realmente la brecha digital, debemos buscar soluciones de infraestructura que permitan a las comunidades indígenas rurales y más alejadas ponerse al día en los rápidos avances de un mundo de productos y tecnologías de telecomunicaciones que requiere velocidades entre 100 y 1000 veces mayores que aquellas de las que ya se benefician nuestras regiones mejor conectadas.
El informe de la CCI recoge recomendaciones de operadores de redes de comunidades indígenas de toda Norteamérica que han logrado equipar a la gente con una conectividad rápida, asequible y fiable en sus propios términos.
Si Canadá lograra cumplir su deseo de una inversión federal de 4000 millones de dólares en soluciones de conectividad durante 10 años, contribuiría en gran medida a capacitar a personas y comunidades para hacer realidad estas oportunidades.
Por suerte, hay soluciones de todas las formas y tamaños. Las redes comunitarias son sistemas de creación propia construidos por la gente para la gente. Además, se están diseñando en todo el mundo. Desde las zonas rurales y más alejadas de la India hasta las cimas de las montañas de Tusheti, en Georgia, las redes comunitarias representan excelentes ejemplos de cómo la gente puede aunar fuerzas para construir una conexión a Internet.
Así pues, ¿cómo podemos nosotros, como ciudadanos digitales, promover la creación de más soluciones de este tipo? El informe de la CCI 2018 recoge varias recomendaciones útiles:
- Asegurar que los gobiernos consulten con las comunidades indígenas para desarrollar estrategias de conectividad universal que beneficien a todos.
- Desarrollar estrategias de servicio universal que incluyan la flexibilidad de adaptarse a los avances tecnológicos.
- Valorar diferentes soluciones tecnológicas para diferentes realidades y retos de conectividad.
- Formular preguntas abiertas sobre las necesidades de conectividad para evitar justificar un programa específico.
- Exigir un acceso abierto a los datos de las empresas de telecomunicaciones que puedan ayudar a inspirar soluciones.
- Lograr que las oportunidades de financiación sean accesibles para todos los tipos de proveedores, grandes y pequeños.
- Dar prioridad a los lugares más difíciles de conectar para que puedan acceder primero a las soluciones de conectividad.
- Promover el respeto a la hora de desarrollar soluciones para zonas tribales, de ocupación de terrenos y sujetas a tratados.
- Valorar diferentes modelos de conectividad para servir mejor a regiones geográficas individuales.
- Liberar más espectro de empresas que posean una licencia y no hagan uso de ella.
Las ventajas de lograr que las voces indígenas se hagan oír en Internet van más allá de mejorar la salud individual, la situación económica y el bienestar de nuestras comunidades físicas. También resulta fundamental para la infraestructura e integridad de Internet.
Internet conecta a las personas gracias a su diseño abierto, distribuido e interoperable.
Se trata de una red de redes voluntariamente conectadas creadas como una comunidad para todos. Funciona porque todo el mundo puede contribuir y mejora cuando incrementa el número de personas capaces de hacerlo.
Si bien es razonable predecir que la innovación basada en Internet de este año incidirá profundamente en nuestras vidas en 2019 y posteriormente, resulta difícil celebrar este avance si todavía hay millones de personas excluidas.
Imagine la cantidad de posibilidades que surgirían si nuestros gobiernos invirtieran en conectar los millones de otras mentes y perspectivas culturales que nuestros países ofrecen. Serían prácticamente infinitas.
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Fotografía ©Jim Schlichting