Mientras Canadá considera la forma de renovar su marco legislativo en materia de radiodifusión y telecomunicaciones, debería hacer caso omiso a las recomendaciones que repercutirían en las características esenciales de Internet que fomentan la innovación en la red.
El pasado 29 de enero el consejo de Revisión Legislativa de Radiodifusión y Telecomunicaciones (BTLR, por sus siglas en inglés) entregó al gobierno canadiense 97 recomendaciones a tener en cuenta durante la preparación del nuevo marco legislativo para actualizar las obsoletas Ley de Telecomunicaciones, Ley de Radiocomunicación y Ley de Radiodifusión.
Si bien incluye consejos encomiables sobre estrategias para mejorar el acceso en zonas rurales y comunidades indígenas alejadas de Canadá, el informe tiene defectos que pondrían trabas a las mismas innovaciones que tratan de promover dichas recomendaciones en el país.
Lo anterior incluye facultar a la Comisión de Radiotelevisión y Telecomunicaciones Canadiense (CRTC, por sus siglas en inglés) para que trate Internet como una red de radiodifusión, y fije normas poco realistas que perjudicarían a elementos fundamentales de Internet con la excusa de promover el contenido canadiense en la red.
Existen muchas razones por las que no se puede tratar a Internet como a un ente de radiodifusión tradicional, pero la principal es la siguiente: Internet no es como otras tecnologías.
Si bien se trata fundamentalmente de una red de redes interconectadas, de ahí el nombre, Inter-net (red), Internet se puso en marcha con una serie de propiedades únicas que fueron fundamentales para su éxito hasta la fecha: apertura, descentralización e innovación sin permiso.
Creemos que estas son las tres propiedades esenciales en la forma de interconexión de Internet que empezó siendo una red de comunicaciones de investigación y militar hasta convertirse rápidamente en una herramienta omnipresente en nuestras vidas cotidianas.
En caso de implementarse, las recomendaciones del BTLR no solo supondrían una amenaza para los elementos fundamentales de lo que Internet Society considera Internet con «i» mayúscula. También repercutirían decisivamente en la neutralidad de la red, la responsabilidad de intermediarios, la privacidad y la seguridad online.