El acceso a la banda ancha es una cuestión de vida o muerte para los territorios tribales azotados por la COVID-19 Thumbnail
Crecimiento de Internet 15 mayo 2020

El acceso a la banda ancha es una cuestión de vida o muerte para los territorios tribales azotados por la COVID-19

Por Darrah BlackwaterGuest AuthorJ.D., University of Arizona, Indigenous & telecommunications law

Esta opinión se publicó originalmente en Arizona Central.

Si alguien dudaba de la importancia de Internet antes de la COVID-19, esas dudas ya han desaparecido como el papel higiénico en el Carrefour. Internet ha resultado ser un salvavidas durante estos tiempos, porque ha permitido la difusión de las últimas novedades sobre emergencias y salud relacionadas con el coronavirus, ha facilitado la conexión de la gente con los compañeros y sus jefes, así como la impartición de clases online.

Pero este es solo el caso de los privilegiados que tienen acceso. La Asociación de Bibliotecas de Estados Unidos afirma que siete de cada diez residentes de territorios tribales sigue sin acceso a una conexión de banda ancha fija de gran capacidad. Y por si no fuera suficiente, todavía hay enormes franjas de territorio tribal sin señal de telefonía móvil y mucho menos conexión de banda ancha a Internet.

No tener acceso a Internet significa no poder acceder a las oportunidades económicas que ofrece Internet. Solo en 2018, el sector de Internet aportó 2,1 billones de dólares a la economía estadounidense. Pero durante esta pandemia, muchos residentes de los territorios indígenas rurales no tienen el lujo de diseñar planes de negocio online.

En lugar de ello, temen por su vida y la de sus seres queridos que no disponen de soluciones como la telesalud o las terapias online durante estos momentos de aislamiento.

La falta de acceso nos deja rezagados

Internet siempre ha sido importante, pero la COVID-19 está evidenciando la titánica brecha entre los conectados y los desconectados, aquellos que están en el bote salvavidas y los que se quedan tirados en alta mar.

Internet es indispensable para que las comunidades indígenas aprovechen las oportunidades ecónómicas, médicas y educativas. Actualmente, la conectividad es una herramienta necesaria para rastrear datos y denunciar la desaparición y asesinato de mujeres indígenas, así como para transmitir puntualmente Alertas Ámbar, facilitar los recursos para la recuperación física y emocional, aumentar la cantidad de hablantes de idiomas indígenas y facilitar un desarrollo económico plural y sólido en algunas de las comunidades más pobres del país (en términos financieros).

Sin embargo, las comunidades indígenas siguen estando entre las menos conectadas de Norteamérica.

El coronavirus nos está enseñando por qué esto es un problema. Los estudiantes de colegios y universidades que se han tenido que quedar en casa siguen sus estudios por Internet. Pero muchos estudiantes indígenas vuelven a casa sin una conexión a Internet capaz de reproducir vídeos y cargar trabajos.

Muchos no pueden trabajar desde casa o vender productos por Internet mientras esperan a que se acabe el confinamiento. Estas mismas comunidades indígenas también son las últimas que reciben las noticias de última hora sobre salud y procedimientos de emergencia, tan importantes para la prevención.

¿Telesalud? Ni pensarlo.

FCC empieza a facilitar el acceso

La Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (GAO, por sus siglas en inglés) ha amonestado en varias ocasiones a la Comisión Federal de Comunicaciones por impedir que las naciones tribales accedan al espectro (un recurso natural) y satisfagan otras necesidades de telecomunicación. En 2018, la GAO declaró que la FCC “ha hecho muy poco para favorecer y fomentar el acceso de las tribus al espectro de radiofrecuencia que se puede utilizar para el servicio de conexiones inalámbricas”.

Ahora, en plena pandemia global, se hace evidente la realidad de la situación, ya que la conexión a Internet de la comunidad indígena puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. La conectividad es urgente y los órganos con poder de decisión tienen que hacer más.

Cualquiera puede señalar los problemas, pero hace cinco meses algunas de las mentes más brillantes en el sector de las telecomunicaciones de la comunidad indígena se reunieron para crear soluciones. La reunión se celebró en Pu’uhonua o Waimanalo, una pequeña comunidad indígena hawaiana de O’ahu, donde la conexión a Internet era tan mala, que los padres llevaban a sus hijos a la ciudad para que hicieran y enviaran los deberes con la wifi de McDonald’s.

Durante los días siguientes, los expertos ayudaron a las autoridades de Hawái a poner en marcha una red de banda ancha comunitaria con velocidades mucho más altas y tarifas más bajas que las de su antiguo proveedor de servicios perteneciente a un gigante de las telecomunicaciones. Un grupo de prometedores líderes tribales debatió sobre la forma de decirle a la FCC que las comunidades indígenas deben ser las primeras de su lista de prioridades.

El grupo convirtió sus frustraciones en recomendaciones políticas.

Por fin, tenemos acceso al espectro

Siguiendo estas recomendaciones, el 3 de febrero, la FCC abrió un plazo de prioridad tribal de 180 días, que permitía a las comunidades de los territorios indígenas solicitar una licencia para una pequeña porción del espectro en sus zonas, un hecho histórico. Tener estas licencias permitirá a las comunidades indígenas poner en marcha sus propias redes comunitarias de banda ancha o facilitar la contratación de proveedores de servicios existentes.

Recientemente, las empresas de telecomunicaciones han puesto en marcha iniciativas para facilitar el acceso a Internet a más usuarios, con medidas como la eliminación de los límites de datos, la ampliación del acceso a redes wifi públicas y conexiones de banda ancha gratis para estudiantes desconectados. Son sin duda buenos gestos que ayudarán a muchos, pero estas ventajas no llegarán necesariamente a zonas rurales y tribales, donde no hay infraestructura de redes de retorno y datos.

En el mejor de los casos, le ponen un parche a una brecha digital en expansión.

Hace algunas semanas visité el territorio navajo para entregar equipos de telecomunicaciones y ayudar a las escuelas navajas a poner en marcha sus redes comunitarias. Fue al principio del brote de COVID-19 en Estados Unidos.

Si te preguntas por qué mis colegas y yo no decidimos confinarnos voluntariamente en ese momento, es porque no tuvimos elección. Las políticas cambiaron de repente como consecuencia de la COVID-19. Se abrió el espectro para las tribus y de repente los estudiantes y profesores pudieron conectarse a Internet. Necesitaban acceder a la información más que nunca.

Este tipo de avance podía salvar vidas

Mientras conducía me esforzaba para evitar que me consumiese la amargura. No tendría que haber una emergencia global para que cambien las políticas de espectro tribal y los trabajadores de telecomunicaciones indígenas no tendrían que ponerse en riesgo y poner en riesgo a los demás. Iremos allí donde nos lo pidan los líderes tribales de la forma más segura posible.

Pero los cambios de política que nos han llevado hasta este punto podrían haber evitado dicho riesgo y hecho que, en esta ocasión, hubiese sido un poco más fácil y seguro para miles de ciudadanos indígenas. La FCC debe intervenir en el acceso tribal todos los días, no solo cuando hay una crisis mundial.

Los indígenas expertos en telecomunicaciones llevan décadas haciendo estas recomendaciones a la FCC. Las recomendaciones políticas como las que se propusieron en Hawái son el principio de una solución sostenible.

Piden que exista un diálogo que genere consensos fructíferos antes de que la FCC tome decisiones que afecten a las comunidades indígenas. Piden indirectamente a la FCC y al Congreso que entiendan mejor cómo afecta a la conectividad la responsabilidad fiduciaria del gobierno con las comunidades indígenas. Y sobre todo, piden un acceso inclusivo de las comunidades indígenas a la banda ancha y al espectro.

Es urgente. La adopción de estas recomendaciones por parte de la FCC es un paso importante para que las comunidades indígenas accedan a servicios que ahorrarán tiempo, dinero y estrés.

Y lo más importante es que puede salvar vidas.


Imagen del río Little Colorado en el Parque Tribal Navajo por Stéphane Paul vía Unsplash

Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista expresados en esta publicación pertenecen al autor y pueden o no reflejar las posiciones oficiales de Internet Society.

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