Este artículo abreviado de Francisca Hector se publicó originalmente en Tasty Bytes.
Se puede decir que la comida es el producto más importante del planeta. Sin embargo, el sistema alimentario actual tiene muchas ineficacias y la seguridad de la comida sigue siendo un desafío global.
Además de ello, el consumo responsable ha alcanzado nuevas cotas, ya que los consumidores piden que su comida no solo sea segura, nutritiva y asequible, sino que también quieren asegurarse de que provenga de fuentes éticas y que los procesos de cosecha y producción reduzcan los desechos.
Muchas personas creen que el sistema alimentario debe cambiarse radicalmente. Si bien se han producido algunos intentos para usar la tecnología con el fin de tomar mejores decisiones sobre la comida, dichas tecnologías no están disponibles de forma generalizada. Sin una disponibilidad y adopción generalizada, es difícil confirmar el impacto de cualquier tecnología.
Estas y otras inquietudes son lo que impulsó la creación del Grupo de Interés Especial de Internet Society para el Internet de la comida (SIG-IOF, por sus siglas en inglés), que es un espacio de debate para los estándares de la siguiente generación de red troncal de Internet en lo que a los aspectos digitales de la comida respecta. En resumen, eso significa que cuando la comida se convierta en datos, este grupo podrá facilitar los estándares de Internet para el tratamiento de dichos datos.
Con 110 filiales repartidas por todo el mundo, se trata de un movimiento genuinamente global.
Me reuní con Johan Jorgensen, director del SIG-IOF, para que me explicase los detalles del grupo:
¿Cuándo y cómo se fundó el Grupo de Interés Especial?
El SIG-IOF se creó en 2014 después de una conversación que mantuve con Patrik Fältström, uno de los miembros de la directiva del grupo, sobre la disponibilidad de estándares de Internet importantes que faciliten los aspectos digitales de la comida. Desde el punto de vista de los negocios, yo sostuve que los datos son el futuro de la comida y Patrik, que es uno de los mayores expertos mundiales en infraestructura de Internet (es verdad, haz una búsqueda), estuvo totalmente de acuerdo. Sin embargo, no pudimos encontrar ningún estándar actual de Internet que hiciese lo que debe hacerse. Por eso nos pusimos manos a la obra, con el filósofo y empresario Michael Daun, para iniciar el proceso de creación de dichos estándares. A Internet Society, donde se desarrolla el Internet propiamente dicho, le pareció una buena idea y nos permitió empezar a trabajar bajo su paraguas. El resto es, como dicen, historia. O como mínimo, ojalá, historia en el proceso de creación.
¿Por qué es tan importante este grupo y cuáles son sus objetivos fundamentales?
Necesitamos más datos sobre la comida para que podamos tomar mejores decisiones a la hora de producirla, transformarla, almacenarla y distribuirla. También debemos asegurarnos de que los datos de la comida se puedan cotejar con nuestros datos personales, de manera que podamos tomar decisiones personalizadas sobre lo que comemos y su repercusión en nuestra salud y bienestar.
Queremos que los datos de comida sigan los principios básicos de GRATUIDAD, APERTURA y NO NECESIDAD DE PERMISO, es decir, que los datos sobre la comida no estén encerrados en silos o custodiados en almacenes de datos de grandes empresas de comida o grandes minoristas, sino que fomenten la aparición de nuevos actores que nos ayuden a todos a tomar mejores decisiones alimentarias para nosotros y para el planeta.
Actualmente, es muy caro (por no decir imposible) que los pequeños actores como, por ejemplo, pequeños granjeros, un consumidor o un nuevo emprendedor tecnológico interesado en la comida, participen en los sistemas digitales existentes en el sector alimentario. Hasta algo tan básico como conseguir un código de barras o acceso a una base de datos tiene un coste prohibitivo. Tenemos la esperanza de que en el futuro dispongamos de datos de comida generados por Internet de la misma forma que posibilita la existencia de redes, el correo electrónico o el acceso a las redes sociales.
¿Cuáles son algunos de los desafíos que espera abordar el grupo?
Desmitificar la idea de que la comida es un producto producido por granjeros, cocinado en casa según antiguas recetas familiares, que se consume en compañía y es saludable. La comida es parecida a la religión. La gente tiene muchas creencias al respecto. Tenemos que cambiar dichas creencias por ciencia y datos.
La verdad es que cada vez más comemos lo que los algoritmos nos sugieren que comamos. En el futuro, una gran parte del valor de una comida estará ligada a sus datos. Sin datos, no hay comida. Y nos convertiremos en aquello que los algoritmos quieran que seamos. Al fin y al cabo, somos lo que comemos, es decir, que los algoritmos de comida regirán nuestra existencia física. Eso puede ser bueno o espantosamente malo para nosotros. Necesitamos desesperadamente tener ese debate. Creemos que el SIG-IOF es el mejor lugar para empezar a debatir sobre la digitalización de nuestro sistema alimentario y cómo hacerlo bien.
¿Qué influencia te gustaría que tuviese el grupo en los próximos 3 años?
Somos muy modestos. Espero que haya una revolución y que alguno de los grandes actores como, por ejemplo, la Unión Europea, empiece a pensar en estrategias modernas sobre la forma en que vemos la comida y en el desarrollo de políticas necesarias para los procesos de digitalización. Sin embargo, me temo que se tardará bastante tiempo.
¡Únete al SIG del Internet de la comida!
Imagen de Tra Tran vía Unsplash