Este artículo de opinión fue publicado originalmente por el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible.
En el 75 aniversario de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, abrió la Asamblea General con una petición de un Nuevo Acuerdo Global para garantizar que los sistemas políticos y económicos satisfagan los bienes públicos globales de primera necesidad. “Hoy, sencillamente no está pasando eso”, dijo. “Existen lagunas enormes en las estructuras de gobernanza y fundamentos éticos. Para subsanar estas lagunas debemos garantizar que el poder, la riqueza y las oportunidades se repartan de una forma amplia y equitativa”.
En Internet Society no podríamos estar más de acuerdo. Pero ¿cómo serán este «Nuevo Acuerdo Global» y sus estructuras de gobernanza en materia de cooperación digital? Debemos asegurarnos de que la gobernanza tradicional de estructura vertical de Internet no sea la respuesta.
La pandemia de la COVID-19 ha enfatizado nuestra alto nivel de dependencia de Internet y de su modelo de gobernanza distribuido. Como Internet es una red de redes, su resiliencia se debe en gran parte a la planificación, acción ágil y cooperación de sus participantes interconectados.
Y no estamos más que al principio del trayecto, con solo un 51 % de la población mundial que actualmente se puede conectar a Internet. Para que la otra mitad restante se pueda conectar a Internet, necesitamos una acción colaborativa coordinada y horizontal.
Mientras que vivir en la red es la nueva normalidad durante la pandemia, los operadores de redes locales que sean conscientes de las necesidades locales marcarán la diferencia. Las soluciones como, por ejemplo, las redes comunitarias y los puntos neutros (IXP, por sus siglas en inglés) pueden ayudar a mejorar el intercambio del tráfico local de Internet, impulsar la reducción de los costes de conectividad y subir la calidad del servicio.
Como dijo Andrew Sullivan, director ejecutivo de Internet Society, “Internet es una tecnología profundamente humana”. Y para que los ciudadanos aprovechen al máximo esta oportunidad, es fundamental que participen en un proceso multilateral que definirá su forma de vida. Las decisiones sobre el futuro de la humanidad no pueden tomarse lejos de su umbral en procesos multilaterales cerrados.
En el Foro para la Gobernanza de Internet de 2019 (IGF, por sus siglas en inglés), Guterres advirtió de que el objetivo de un Internet accesible, libre, seguro y abierto corría el riesgo de fracturarse por estas líneas que se cruzan: la brecha digital, la brecha social y la brecha política. En este sentido, habló de la necesidad de “elevar” el IGF y anunció que próximamente nombraría a un corresponsal tecnológico para que colaborara en el avance de los marcos internacionales. En ese momento, la canciller alemana Angela Merkel destacó que el “multilateralismo” (la toma de decisiones impulsada por los estados) debía ser la base para cualquier desarrollo ulterior de las nuevas tecnologías.
Estas declaraciones pueden ser motivo de preocupación, si no vienen acompañadas de planes para la participación de todas las partes interesadas. El futuro de Internet no debe dirimirse únicamente en debates dirigidos por los gobiernos. Un enfoque estatista a la gobernanza de Internet sería perjudicial para garantizar un Internet abierto, fiable y seguro para todos.
Aplicar un enfoque que tenga en cuenta a todas las partes interesadas permitirá la participación de todos los actores y los movilizará para crear el Internet que queremos, en lugar del que tememos. En lugar de institucionalizar la gobernanza de Internet, debemos hacer todo lo contrario.
Como una red de redes conectadas voluntariamente, Internet cambió el curso de la historia, porque las personas decidieron trabajar e innovar juntas. Esto es lo que llamamos la forma de interconexión de Internet. Es un logro muy inspirador. Si las Naciones Unidas quieren seguir teniendo vela en este entierro, los países deben comprometerse a proteger los pilares de Internet y mantenerlo abierto para todo el mundo.
Por lo tanto, nuestra súplica es la siguiente: no institucionalicen Internet. Eso limitaría la innovación y socavaría su resiliencia. Necesitamos un Internet fuerte, abierto, conectado globalmente, fiable y seguro que siga siendo el recurso maravilloso que es hoy. También necesitamos que crezca y se garantice el acceso para todos, de manera que pueda seguir evolucionando como una fuerza innovadora definitiva.
Imagen de Matthew TenBruggencate vía Unsplash