La mensajería cifrada es indispensable para los grupos de defensa que utilizan la tecnología para defender a sus comunidades. A medida que las nuevas leyes y regulaciones gubernamentales en países de todo el mundo amenazan con debilitar el cifrado, los grupos de defensa deben trabajar juntos para hablar en contra de estas medidas y proteger las herramientas digitales necesarias para que el poder rinda cuentas.
Una vez más, están circulando propuestas de ley que autorizan al gobierno a acceder a la mensajería cifrada. Las fuerzas del orden afirman que es necesaria una mayor supervisión para atrapar a los delincuentes en Internet. Están presionando a los reguladores y a los legisladores para que les concedan acceso a los mensajes y datos privados. Pero a medida que aumenta la concienciación sobre los intentos del gobierno de debilitar el cifrado (y las amenazas que suponen para la privacidad digital, la seguridad y la libertad de expresión), el público se ha hecho oír cada vez más.
El daño causado por esta regulación sería especialmente pronunciado para los grupos de defensa. Estos utilizan la mensajería cifrada en aras de la seguridad y la privacidad cuando hablan en favor de sus comunidades y defienden las violaciones de los derechos humanos. Los grupos de defensa deben reconocer esta amenaza y tomar medidas colectivas ahora. Si no lo hacen, corren el riesgo de perder las herramientas que necesitan para realizar su trabajo con seguridad y eficacia.
¿Qué es el cifrado?
El cifrado es una herramienta diseñada para ayudar a los usuarios de Internet a mantener la privacidad y la seguridad de sus datos y comunicaciones en línea. Desempeña un papel fundamental en la protección de las actividades digitales cotidianas, como las operaciones bancarias en línea, las compras, la prevención del robo de información confidencial en caso de filtración de datos y la garantía de que los mensajes privados permanezcan privados.
La mensajería cifrada funciona codificando la información para que solo pueda ser leída por alguien que tenga la «llave» para abrir y descifrar la información. El cifrado de punto a punto ofrece el mayor nivel de seguridad y confianza, ya que solo el destinatario tiene la clave para descifrar el mensaje. En el cifrado de punto a punto, ningún tercero (incluido el proveedor de servicios o el gobierno) debe tener acceso a esa clave.
Los grupos de presión, los defensores de los derechos humanos, los organizadores comunitarios y los agentes humanitarios utilizan el cifrado para sensibilizar a la opinión pública sobre las violaciones de los derechos humanos y pedir cuentas a los poderosos. El cifrado también desempeña un papel fundamental a la hora de dar impulso a una causa. Los miembros de la comunidad pueden dar su apoyo a los movimientos de defensa con la certeza de que su anonimato está protegido.
Si los grupos de defensa no pueden utilizar mensajes, servicios y plataformas cifrados para involucrar a las partes interesadas y compartir recursos en confianza, no podrán defender los derechos humanos con seguridad. Estos resultados podrían perjudicar al público, ya que las comunidades perderían su voz y las violaciones de los derechos humanos no saldrían a la luz.
Cuatro formas prácticas en que los grupos de defensa utilizan el cifrado:
Comprometerse de forma segura con las partes interesadas de la comunidad
Los miembros de la comunidad, incluidos los periodistas, los grupos de interés, los académicos y los individuos compartirán recursos e información personal sobre ellos mismos solo si los grupos de defensa aceptan proteger su identidad. El cifrado de punto a punto permite a los grupos de defensa construir una relación de confianza con su comunidad, haciendo crecer su movimiento y minimizando el riesgo para las personas.
Proteger la integridad de la información
Los grupos de defensa necesitan señalar de forma fiable a la comunidad que han compartido información fidedigna. Los protocolos de Internet, como el HTTPS, utilizan el cifrado para ayudar a garantizar la integridad de los datos a medida que circulan entre los sitios web y los lectores. También protege a los grupos de presión de la censura, ya que es más difícil para los censores bloquear los mensajes o el acceso a los sitios web si no pueden interceptar el contenido.
Proteger contra los ataques
Hay muchos casos de grupos de defensa que han visto como sus dispositivos y plataformas digitales han sido pirateados y vigilados por gobiernos y actores privados (por ejemplo, el software espía de NSO Group se utilizó para vigilar a más de 50.000 objetivos, entre ellos jefes de Estado, activistas y periodistas). Los grupos de defensa también se enfrentan a amenazas como el abuso en Internet, el doxxing (recopilación y publicación de información personal en línea), el acoso y, en casos extremos, el secuestro y la violencia.
Si bien los grupos de defensa deben permanecer alerta ante una miríada de técnicas de vigilancia digitales y tradicionales, el cifrado de punto a punto ayuda a aumentar la protección de sus comunicaciones frente a la interceptación por parte de terceros. Aunque la piratería y la vigilancia pueden seguir produciéndose en los dispositivos de los usuarios, el debilitamiento de los servicios de cifrado haría que estos ataques fueran aún más fáciles y comunes.
Hacer que los gobiernos y las instituciones rindan cuentas
Un componente importante de la defensa de los derechos humanos es su capacidad para hacer que las personas e instituciones en el poder rindan cuentas de sus decisiones y acciones. Para ello, es fundamental que los grupos de defensa dispongan de herramientas de seguridad digital que impidan a las entidades poderosas (nacionales o extranjeras) acceder a las investigaciones, conversaciones y bases de datos comunitarias de los grupos de defensa o alterarlas.
Cuando los gobiernos apoyan el cifrado de punto a punto, ayudan a los grupos de defensa en sus propias naciones y en todo el mundo al establecer una norma para la protección global del cifrado. Cuando los países debilitan el cifrado, sientan un peligroso precedente del que podrían abusar gobiernos extranjeros que carecen de las mismas normas sólidas del Estado de derecho.
La criminalidad no se define de manera uniforme y, en demasiados países, los auténticos defensores de los derechos humanos y los ciudadanos son perseguidos y acosados por las autoridades. Como ejemplo, en estos últimos meses se ha visto como las mujeres afganas han borrado su historial de mensajería y sus expedientes escolares por temor a que algo tan inocuo como asistir a la escuela vuelva a ser criminalizado. El cifrado ayuda a añadir una capa de protección a las actividades que son injustamente criminalizadas, especialmente para los grupos de defensa.
Las fuerzas del orden y los organismos de seguridad solicitan regularmente a los proveedores de aplicaciones y plataformas que incorporen puertas traseras de cifrado para poder acceder a los mensajes privados cifrados, argumentando que es necesario para la lucha antiterrorista y la protección de la infancia. A pesar de las buenas intenciones, estas puertas traseras ponen al público y a comunidades específicas, como los grupos de defensa, en un riesgo desproporcionado. Las puertas traseras crean puntos débiles que los malos actores, incluidos los delincuentes y los gobiernos hostiles, pueden aprovechar para entrar. No existe una cerradura digital que solo puedan abrir los “buenos” y los demás no.
La legislación que rompa o limite el uso de la mensajería cifrada amordazará a los grupos de defensa. Perderán una capa fundamental de protección necesaria para realizar su trabajo de forma eficaz y segura. La comunidad de defensores de los derechos humanos debe pronunciarse ahora para proteger el cifrado antes de que sea demasiado tarde.